domingo, 31 de agosto de 2008

Capítulo 5: Aquellos años felices

Comencé la primaria y entonces no era muy consciente de la que se me venía encima (aunque ahora que soy grande me río de eso), que se había acabado la época de puros juegos, dibujos y trabajos plásticos, y que había que empezar a trabajar en clase, además de atiborrarse de útiles que todos los días había que llevar y traer de la escuela: que la mochilita, que el cuaderno de clase, que el cuaderno de tareas, que la cartuchera (a su vez atiborrada de infinidad de pequeños útiles), que el cuaderno de comunicaciones, que el libro de lectura, que el libro de matemática, etc. Y lo más tedioso de todo, tener que llevar tarea a casa (seamos sinceros, a qué chico le gusta hacer la tarea?)

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Otra vez cambio de turno. La primaria funcionaba sólo a la mañana. Quienes iban al preescolar por la mañana empezaron primer grado en la división A, y quienes íbamos a la tarde pasamos a la división B. Mi maestra fue la señorita Marisa, muy joven, 20 años, calculo que recién recibida. Con ella era divertido aprender, recuerdo que cuando aprendíamos las letras consonantes y a armar sílabas uniéndolas con las vocales, hacíamos “el baile de las sílabas”. La señorita cantaba una melodía con las sílabas y cada una bailaba al lado de su respectivo banco.

Para finales de aquel año mi padre estaba dejando su trabajo como arquitecto para poner un videoclub, el cual instaló en la calle Billinghurst al 900 (hoy en ese local funciona un locutorio). Ahí comenzaron los fines de semana viendo películas sin parar, las vacaciones viendo películas todos los días…

Aquel verano, primeras vacaciones sin mi papá. Él recién había puesto el videoclub y si bien tenía quien lo ayudase no se podía ausentar una semana, así que en la primera semana de marzo, antes de volver al colegio, me fui a Río de Janeiro con mi mamá y con Cristina, una amiga de mi mamá. No es que la haya pasado mal, pero no quise volver a repetir eso, yo quería que fuese toda la familia.

El día después de volver de las vacaciones empezaron las clases. Segundo grado fue un poco más serio que primero. Habíamos empezado con una maestra, la señorita Norma, quien al mes y medio dejó de dar clases debido a un problema de salud. Entró en su lugar la señorita María Marta, que no era mala pero tenía carácter muy fuerte (ja, miren quién lo dice). Fue uno de mis peores años, mis compañeras no me dejaban tranquila y era muy común que me hartara de que me molestaran y las terminase cagando a piñas. A mis viejos no sé cuántas veces los citaron para hablar acerca de mis problemas de conducta en aquel año. Si no terminé expulsada fue porque Dios es grande.

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Las vacaciones en aquel verano fueron “normales”. Esa vez si nos fuimos los tres, esta vez a Florianópolis, y tuve la mala suerte de insolarme de nuevo. Lo que me hizo agarrarle miedo al sol. Igual que el año anterior, volviendo de las vacaciones, otra vez al colegio.



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En tercer grado el panorama cambió. Además de que no tenía las mismas compañeras porque a la nueva directora se le ocurrió la brillante idea de mezclarnos a todas, me había tocado una maestra mucho más paciente, la señorita Roxana. Si bien yo tenía el mismo carácter fuerte de antes, tuve muchos menos problemas que en el año anterior. Si mal no recuerdo, en ese año mis padres no habían sido citados en ningún momento.

Otro verano más, vacaciones en Río de Janeiro. Como siempre, una semana antes de volver a la escuela. Es el precio de tener una mamá trabajando en turismo, que no se puede ir en temporada alta.

Empecé cuarto grado y ahí la cosa se empezó a poner seria. En tercero, prácticamente no necesitaba estudiar, con repasar un poco ya estaba. En cuarto fue más difícil y en materias como Ciencias Sociales, tuve que sentarme a estudiar. Además de mis constantes tropiezos con la Matemática.

En noviembre de ese mismo año, con 10 años recién cumplidos hice la Primera Comunión en la capilla del colegio. Todas de blanco resplandeciente (usábamos todas el mismo modelo de túnica), muy contentas, esa tarde de sábado. Los días previos habían sido de ensayos de la ceremonia y demás preparativos.

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En aquel año me tocó sufrir. A mi señora madre se le dio por pensar que yo estaba excedida de peso, y me puso a hacer régimen. Bue, ese es tema del próximo capítulo.

sábado, 30 de agosto de 2008

Capítulo 4: Colegio católico, y se acabó la joda

Empecé el preescolar en el colegio María Auxiliadora, de Almagro. Ahí, recuerdo que la sala de 4 años era llamada “Sala de Patitos” y se identificaba con un delantal amarillo, y la sala de 5, que era a la que yo iba, era llamada “Sala de Mariposas” y se identificaba con un delantal rosa. No había varones, éramos todas nenas.



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Iba en el turno tarde y me tocó como maestra una monja, la hermana Clelia. Era muy buena, aunque con todo respeto, muy cascarrabias y poco paciente, quizás por su edad (era una mujer mayor ya). A pesar de eso, como mi maestra que era, la quise mucho, a pesar de varios actos de rebeldía que entonces tenía, como por ejemplo negarme a tomar el té en la merienda (a decir verdad, jamás en la puta vida me gustó el té; no me gustaba cuando era chiquita ni tampoco me gusta ahora). Mi madre era llamada varias veces por la hermana Clelia, quien se quejaba de aquellos comportamientos. Mi mamá, quien sostenía que la hermana Clelia ya no estaba en edad de trabajar con nenas tan chiquitas, siempre me excusaba.

A quien le había tomado muchísimo cariño era a la señorita Alejandra, que no era maestra sino auxiliar, y trabajaba en ambas salas, en la de Patitos y en la de Mariposas. Era una chica muy joven, calculo de unos veinte años (si los tenía), muy dulce, muy buena. Lástima que después de aquel año no la volví a ver más.

A la hermana Clelia le llamó poderosamente la atención que yo entonces ya supiera leer (es un absoluto misterio cómo aprendí ya que nadie me enseñó, de hecho un día que entré a una perfumería leyendo todos los nombres de las marcas mi abuela pensó que yo sabía las marcas por las propagandas de la tele) y que entrase a la salita leyendo todos los carteles que había.

Cumplí 6 años, fue entonces que tuve la primera fiesta de cumpleaños en un salón (siempre habían sido en casa mis cumples), aunque los animadores eran amigos de mi papá. La fiesta fue un domingo a la tarde, no estuvo mal.


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Se terminó el preescolar y en una ceremonia donde unificaron a los dos turnos (mañana y tarde) entregaron algo como un diploma simbólico. Se acabó el jardín de infantes y ahora a empezar a aprender en serio. Pero antes de eso venían las vacaciones, así que en el verano de 1990 fuimos a San Bernardo. Ese fue un veraneo fatídico, ya que fue mi primera experiencia con una insolación. No podía ni moverme de lo que me ardía todo… en realidad no era exactamente una insolación sino que me había quemado mal por no tener bien puesto el protector solar.

Para antes de volver a Buenos Aires el problema había quedado solucionado. Una vez de regreso, quedaba esperar al comienzo de una nueva etapa: la escuela primaria.

viernes, 29 de agosto de 2008

Capítulo 3: Entre juegos, juguetes y jardines

Mi tío Tito murió en el accidente. Mi abuela Asunción quedó grave, pero los médicos consiguieron atenderla a tiempo y la salvaron. A partir de aquel accidente pasé a quedar al cuidado de mis otros abuelos, que para ese tiempo ya se habían mudado a la Capital, al barrio de Almagro. En aquel departamento de 4 ambientes donde mis abuelos vivían con mi tía abuela Dora (quien al poco tiempo se enfermó y murió), convivía con mi primo Pablo, 2 años menor que yo, a quien mis abuelos también cuidaban. Los dos juntos éramos la piel de Judas y vivíamos sacándoles canas verdes a mis abuelos.

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En aquel tiempo existía la costumbre de hacer que los chicos duerman la siesta. A Pablo era más fácil hacerlo dormir, pero yo era hiperactiva, inquieta. Hacerme dormir a mí era toda una hazaña. Es que por favor, uno cuando es chico tiene energía de sobra, miren si va a dormir y a la tarde encima!!!

El caso era que después de comer, mi abuelo ponía el disco del Topo Gigio y mi abuela intentaba, con eso, hacernos dormir. Cosa que conmigo no conseguía.

Pablo y yo fuimos compañeros de juegos y de aventuras, prácticamente inseparables, hasta que en marzo de 1988 comencé el jardín de infantes. Si… se había acabado el estar todo el día en casa y era el momento de empezar a socializar, jugar con otros chicos y no depender tanto del cuidado de la familia.

La vaina fue que tuve la mala suerte de caer en un jardín de infantes que era bastante feo. Se llamaba Osito de peluche, no recuerdo bien en qué calle quedaba pero recuerdo que era cerca de la Avenida Córdoba. No me gustaba nada. Las maestras no eran muy simpáticas, tenía que quedarme a comer, la cocinera era una bruja malhumorada (y seguramente frígida o con telarañas en la argolla) que trataba mal a los chicos, y lo peor de todo es que después de comer nos hacían dormir la siesta en una sala oscura, tirados en colchonetas en el piso. Para mí eso era horrible y yo me cansé de rogarle a mi vieja que me sacara de ahí.

El héroe de esta historia fue mi abuelo, quien una tarde me fue a buscar y me encontró en aquella sala oscura donde nos hacían dormir la siesta. A él tampoco le gustó un carajo ver en qué condiciones nos tenían, así que dijo “me la llevo” y nunca más volví.

A los pocos días, mi papá y mi abuelo me llevaron a conocer el que sería mi nuevo jardín. Se llamaba Castillo de Sol, quedaba por Peluffo y Lezica, a una cuadra de Avenida Rivadavia (la casa actualmente está pero el jardín ya no funciona ahí, no sé si se mudó o si cerró). Era mucho más lindo que el otro, ni punto de comparación. Ese día me mostraron la que sería mi salita, la Sala Celeste, y conocí a quien sería mi maestra, la señorita Gaby. Entonces fue que empecé a ir a ese jardín, muy contenta. Era un lindo lugar, las maestras eran muy amorosas, además era un jardín “normal”, no tenía que quedarme a comer ni nada. Al mediodía me pasaban a buscar, y a casita. Bueno, a casa de mis abuelos, ya que mis padres trabajaban todo el día como ya saben. Una vez por semana, a la tarde, asistía al taller de Cerámica en el jardín.



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En el verano de 1989 tuve mi primera experiencia en lo que podría llamarse una colonia de vacaciones. En el jardín había lo que se llamaba Jardín de verano, íbamos al jardín pero hacíamos actividades pura y exclusivamente recreativas. Y muy bien que digamos no la pasaba, yo en vacaciones no quería seguir yendo al jardín, así que en el Jardín de verano duré lo que un pedo en una canasta.

De todas maneras, era evidente que mucho no duraría, ya que ese verano nos fuimos de vacaciones a Atlántida, Uruguay. Son las primeras vacaciones que recuerdo, aunque anteriormente ya había veraneado en otros lugares.


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Y cuando estábamos en Capital, los domingos íbamos a un balneario que se llamaba San Remo (que supongo que todavía existe aunque no tengo ni puta idea). Era un balneario de piletas de agua salada, que quedaba por el Camino de Cintura. Ahí pasábamos la tarde y siempre que íbamos nos llevábamos la heladerita de telgopor con sanguchitos, gaseosas y toda la cosa. Igual yo no era muy amiga de la pileta; prefería tomar sol.

En marzo de ese mismo año empecé el preescolar en el que fue mi colegio hasta quinto año, el María Auxiliadora, de Almagro.

jueves, 28 de agosto de 2008

Capítulo 2: La primera heredera

Como les conté, finalmente nací, aunque al parecer quería hacerme de rogar. Mi abuela no podía creer cuando mi papá le dijo que lo que había nacido era una nena. “Me estás cachando”, decía ella por teléfono cuando recibió la noticia.

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Mi mamá y yo estuvimos en la clínica durante ese día, y el 30 de octubre nos dieron el alta. El 28 de enero de 1984 me bautizaron, en la Parroquia Nuestra Señora del Carmelo, la misma en la que mis padres se habían casado hacía más de un año atrás. Mis padrinos fueron mi tía Mercedes y mi tío Fernando.

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Mi primera casa fue aquel departamento donde mis padres se fueron a vivir cuando se casaron. No tengo ningún recuerdo de ahí ya que no tenía ni un año cuando nos mudamos posteriormente, pero según mis padres, ese departamento era minúsculo. 2 ambientes, mi moisés en el living, sin espacio para nada.

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En los primeros meses se ve que se las arreglaron, pero fui creciendo y ya no daba para más vivir en ese cuchitril, así que a mediados del ’84 nos mudamos al departamento donde vivo actualmente, a 3 cuadras de lo que entonces era el Mercado de Abasto (aunque ya muy venido a menos). El edificio recién se estrenaba y nos instalamos en uno de los departamentos del sexto piso.

Según mi papá, los primeros días fueron un plomo ya que al ser un edificio muy nuevo no estaban los servicios (llámese luz, gas, agua, etc) conectados. Por esa razón, en aquel principio mi madre y yo nos íbamos a dormir a la casa de mi abuela Asunción mientras mi padre se bancaba él solo vivir en este departamento sin luz, ni agua, ni gas, ni nada.

A los pocos días conectaron todo y nos instalamos definitivamente. En mi cuarto sólo había una cuna (donde yo dormía entonces), una pequeña silla y una cama que perteneció a mi papá cuando era chico y que yo pasaría a ocupar cuando creciera y dejara la cuna.

Mi abuela Edith me contó anécdotas de aquel tiempo, algunas bastante graciosas, como por ejemplo cuando en una reunión familiar mi mamá dijo algo de mí y yo la miré y le hice un gruñido como diciendo “che, no estés hablando de mí!!!” Seguro que todos se habrán cagado de risa. ¿Cómo es posible que una beba de meses haya podido entender algo así? Jajajaja… Otra cosa que me contaba mi abuela era que me negaba a dormir con la luz apagada. Mi vieja apagaba la luz, y yo me paraba sobre la cuna y la volvía a prender (tenía el interruptor ahí nomás). Para que vean que la rebeldía mía no es cosa de ahora ni de la adolescencia sino que es de toda la vida xD.

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Desde que mi mamá volvió al trabajo después del parto (yo tendría unos 3 meses) pasaba todo el día en la casa de mi abuela Asunción. Prácticamente fue con ella que aprendí a hablar, ella era española y cuando aprendí a hablar, agarré pronunciación española. Imagínense una gurrumina de 2 o 3 años hablando en español, parece hasta gracioso.

De vez en cuando íbamos a la casa de mi madrina, que quedaba en Olivos (actualmente sigue viviendo ahí). Otras veces, aunque calculo que no muy seguido, iba a la casa de mis otros abuelos, que quedaba en Adrogué (otro lugar del que lamentablemente no conservo ningún recuerdo, y lástima porque por lo que vi en las fotos la casa era muy linda y del jardín ni hablar).

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Hasta que el 30 de diciembre de 1987, a mis 4 años, mi vida da un giro de 180 grados a raíz de un accidente (no, no se asusten, yo no lo sufrí) que le costó la vida al marido de mi madrina y del que mi abuela Asunción por poco tampoco sale viva.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Capítulo 1: Empezó la cuenta atrás!

Lo prometido. Hoy comienzo a relatar esta historia, mi historia.

Este primer capítulo, mas bien podría ser llamado el preludio de la historia, dado que su mayor parte consiste en el relato de cosas que ocurrieron antes de que yo pasara a formar parte del mundo. Es más, voy a empezar a contar desde un momento en el que yo no estaba ni siquiera en proyecto.

Mis padres se conocieron, allá por finales de los ‘70s, no sé exactamente en qué año ni recuerdo si alguna vez me lo dijeron. Mi papá, arquitecto, nacido en Buenos Aires, y mi mamá, agente de viajes, nacida en Córdoba, se conocieron gracias a una amiga en común que los presentó (y que aunque hoy vive lejos, en Estados Unidos para ser más exacta, sigue siendo una gran amiga de la familia) y el 6 de noviembre de 1982 finalmente llegaron al altar.


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Después de volver a Buenos Aires tras la luna de miel en Tierra del Fuego, se fueron a vivir al departamento de 2 ambientes de la esquina de Malabia y Lerma, en donde vivieron poco menos de 2 años (la mudanza posterior es tema de otro capítulo). Ahora, yo empecé a dar vueltas en la vida de mi familia un día de principios de 1983 (que yo calculo de enero o febrero) cuando mi madre dio el azotón, o sea se desmayó, en un colectivo, para que días después el médico confirmara: ANÁLISIS POSITIVO. Mamá estaba embarazada. Alegría!!!

Pese a que en aquellas épocas ya existían las ecografías (che, loco, tengo 24 años, qué se pensaban?), los futuros padres no podían saber el sexo del bebé. Entonces existía un tonto prejuicio de que si por ejemplo querías una nena y resultaba que era un varón no lo ibas a querer. Por esa razón los médicos no decían nada al respecto, y entonces mi familia pasó los 9 meses que duró el embarazo, conjeturando acerca de qué era lo que venía en camino. Mi abuela Edith, que creía a pies juntillas en los mitos del sexo del bebé según la forma de la panza, estaba más que segura de que lo que venía en camino era un varón, y muchos otros pensaban lo mismo (y bue, por algo será que a veces me sale la marimacho de adentro jajajajaja xD). Pero... ¿qué pasóoooooooooooo?

Pasó que el 28 de octubre, día antes de que mi madre saliera de cuentas cumpliendo las 40 semanas de embarazo, su médico (Sergio Pasqualini, actualmente muy conocido por su trabajo en el área de fertilización asistida) le dijo que ya tenía que internarla porque yo iba a nacer "hoy".
A pesar de todo, mi mamá no se la esperaba. "Hoy???? Cómo que hoy???" decía ella, según cuenta. Se ve que no pensó que sería ese día y no había preparado nada. Así que tuvo que apurarse a preparar todo e internarse en la clínica Otamendi (hay gente que me ha llegado a llamar concheta por haber nacido ahí, jajaja). Peeeeeeeero... parece que yo estaba bastante a gusto adentro de la pancita y no quería salir (todavía no nacía y ya era rebelde, ¿se dan cuenta?). Ahí fue que el médico dijo "si no nace en las próximas horas, hacemos cesárea". Ya se imaginarán el julepe que tenía mi pobre madre a esas alturas.

Al final no fue necesario. A las 0.30 del sábado 29 de octubre de 1983, fue que hice la entrada triunfal en este mundo.

Lista de reproducción, Plan "Renové"

Volví a meter la mano en la lista de reproducción de mp3 de este blog. Agregué muchos temas nuevos, de los que estaban algunos los saqué, otros simplemente los moví.

Es una lista algo más movidita la de ahora. Espero que les guste ^^

martes, 26 de agosto de 2008

Todo tiene un principio...

... y llegó el momento de revelarlo.

Mañana comienzo a contar, por capítulos, la historia de mi vida en este blog. Desde poco antes de mi nacimiento (yo soy de la idea de que la historia de uno no empieza con el nacimiento sino con la unión de sus padres o cuando éstos descubren que uno viene en camino) hasta estos días.

Algunos sucesos buenos, otros malos, algunos detalles de mi vida que aún no sé si voy a hacer bien en contar, pero que seguro a muchos les facilitará entender muchas cosas.

Son unos 23 capítulos aproximadamente, y mañana va el primero.

lunes, 25 de agosto de 2008

Gracias hacen los monos

¿No les rompe las pelotas cuando la gente les da las gracias por todo y por nada?

A mí no me jode, cuando se trata de gente que no conozco y me da las gracias por alguna cosa, ya sea por decirle en qué estación del subte se tiene que bajar para ir al Alto Palermo, o dónde hay un locutorio, o si pasa el 26 por esta calle. Pero la gente que conozco, muchas veces me hincha las pelotas.

Porque hay cosas que no se agradecen. Cosas que se hacen de corazón, y lo que se hace de corazón, no se agradece. Por lo menos no con palabras.

Yo muchas veces hubiera querido, que en vez de gracias por esto, gracias por aquello, gracias de acá, gracias de allá, por parte de gente por la que hice cosas, me lo demostrasen con hechos. Muchas veces siento que esos "gracias" son de los dientes para afuera.

Cuando hago algo por gente a quien quiero, no me interesa que me den las gracias. Me interesa que se porten conmigo como verdaderos amigos, que me traten bien, que no me dejen de lado, que si les doy amistad, me den amistad. Esa es la forma en la que quiero que me agradezcan. Basta de "gracias". Gracias hacen los monos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Óyeme bien...

A mí me gusta ser, la que quieres la que quiere
a mí me gusta ser, la que todos quieren ver...

Jamás en la vida me había sentido así... gracias Gerry por esta nueva emoción... Y VIVA MÉXICO!!!

viernes, 22 de agosto de 2008

Ser o no ser (negro)

Ayer yo iba en el subte y veía los carteles esos del Inadi acerca de la discriminación.

Si, esos que tienen frases como "Y qué querés, son bolitas!", "Vos gordo, no entrás!", "Es un negro villero", "Dale, mogólica!" y dice que las palabras discriminan.

Es cierto, hay palabras que están muy mal usadas. Por ejemplo eso de mogólica, la verdad es un insulto para los chicos Down. Lo de bolitas es medio despectivo, lo de gordo no es tan grave, lo grave es que lo discriminen a uno por ser gordo.

Pero el quid de la cuestión en este post es el tema de "negro villero", lo cual muchas veces levanta polémica. Yo misma he usado esa expresión en este blog y me han tildado de racista, cuando es lo que menos soy.

Cuando se dice "negro" no siempre se habla de negros de piel. Recuerdo una noche en Necochea, que con mi amigo Gus hablábamos con uno de los tipos de seguridad del boliche La Lola, que nos decía que una cosa es ser negro de piel, y otra cosa es ser negro de mente. Lo cual es absolutamente cierto.

Hace poco miraba uno de los videos de M1cest, y éste decía, textualmente: "Y por favor les pido, no me vengan a romper las pelotas. Saben bien a quiénes me refiero. Hay gente que puede ser blanca pero siguen siendo negros villeros, y mucha gente de piel negra es la más buena del mundo. La puta madre, no es tan difícil de entender, así que traten de no hincharme los huevos". Y tiene razón. Así de bizarro o guarango como puede llegar a ser, en algunas cosas que dice tiene razón.

Yo también criticaba, hace tiempo, a quienes usaban la expresión "negro villero" pero después entendí lo que significaba y comparto esa forma de pensar. Se puede ser blanco y al mismo tiempo ser un negro villero porque se es negro de cabeza. Y al igual que el capo de M1cest estoy un poco podrida de que cuando se me da por usar esa expresión digan que soy racista.

Las pelotas!

jueves, 21 de agosto de 2008

Por uno que se va...

Hace algo más de 2 meses que somos compañeros y recién ahora venimos a hablar.

Giovanni es uno de mis compañeros de Karate. Neófito en esta arte marcial, hace un poco más de 2 meses que llegó al Dojo. Es colombiano, cosa de la que apenas ayer me vine a percatar.

Nos tocó, como en entrenamientos pasados, hacer la parte de Kumite juntos. Y me hice de goma el brazo haciendo golpes y defensas (un golpe con el hueso te mata). Salimos de entrenar y Giovanni se mostró preocupado por mi brazo, el cual en ese momento ya no me dolía. Me llamó la atención el acento de él (como les decía, pese a los 2 meses que llevamos siendo compañeros nunca habíamos hablado) y le pregunté de dónde era. Me contó que era colombiano, que trabajaba aquí dando clases de tango, y estuvimos un buen rato charlando.

Después sacamos nuestras cosas de los lockers y nos dirigimos a nuestros respectivos vestuarios. Cuando yo salí del vestuario, Giovanni estaba afuera ya. Cuando me preguntó qué colectivo tomaba, le dije que esta vuelta no tomaba colectivo porque andaba muy corta de monedas. Él quiso prestarme unas pero no se las acepté (recién ahora empezamos a hablar y no da) y cuando me fui, me saludó con un abrazo. Muy fraternal.

Es increíble cómo alguien que recién me conoce se porta conmigo como alguien que me conoce de hace tiempo, mientras otros que me conocen de hace tiempo, son capaces de ignorarme olímpicamente.

Lo conozco poco y nada, pero tengo que decir que Giovanni es un sol (bueno, por lo que me doy cuenta en general los colombianos son así, muy amables). Y qué sé yo, espero que esto sea el comienzo de una linda amistad.

Me doy cuenta de que es totalmente cierto aquello de que por uno que se va hay otro que llega.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Y mientras tanto pasa la vida entre lloviznas y días de sol...

El sábado me fui a Olivos con los viejos como suelo hacer sábado por medio... aunque esta vuelta fueron tres sábados seguidos los que fui.

Después de que vimos a mi abuela y a mi tía abuela, nos llama el colgado de mi tío Guchi para invitarnos a un asado en la casa (la cual yo no conocía aún puesto que la vez anterior que nos invitó pegué el faltazo porque era domingo a la noche y además todavía estaba con bronca por no haber sido invitada a la comunión de mi primita Agustina).

Me enteré de que tendré un nuevo primito a fin de año. Mi tía Fernanda está de 6 meses y lo más insólito de todo es que todos nos hemos enterado tarde, incluso los familiares más cercanos se han enterado hace poco. Parece que el nuevo futuro miembro de la familia se va a llamar Bautista. Hermosa noticia después de tanta mierda que me tocó vivir en estas últimas semanas.

Me llevé la sorpresa de que Rodrigo, el hermano de mi tía Fernanda, es hincha del Barça. Estábamos él y yo contentos por haberle ganado a Boca... pese a que yo soy simpatizante del equipo azul y oro. Pero el blaugrana puede más!!!

Conocí la casa, vi a mis primitos que por cierto están enormes. Agustina tiene 10 años y Tommy ya tiene 6, en octubre cumple los 7. Están los dos hermosos, me dan ganas de abrazarlos... Agustina es re charlatana, dicharachera... Tommy es más calladito pero igual es un tesoro.

La casa parece un zoológico de tantos animales que tienen. Bueno, no tantos... un loro, una coneja, una perra. Yo, al loro y a la perra, lejos... pero la coneja me pareció divina. Si tuviera más tiempo y más lugar, tendría un conejo. Siempre me parecieron lindos bichos xD

Además de nosotros, estuvieron como ya dije Rodrigo, estuvo también Dolly, la mamá de Fernanda y Rodrigo, y también la abuela de ellos (de quien no recuerdo el nombre de pila pero familiarmente la llaman "la mamina").

Qué lindo fue estar ahí charlando, conocer la casa, compartir con esa parte de la familia a la que no veo casi nunca durante el año, abrazar a mis primitos, verlos jugar. Hacía tiempo que no me sentía tan bien en una reunión familiar.

Hay pocas cosas en la vida que me hacen olvidar lo que pasa afuera.

lunes, 18 de agosto de 2008

Volver a empezar

He creado un nuevo fotolog.

Trataré de que sea lo mismo que el desaparecido .com/yadhiruchis... con la diferencia de que intentaré no cometer los mismos errores que me llevaron a cerrar el antiguo fotolog.

Para quienes quieran ir entrando, acá está:

http://www.fotolog.com/latigresayadhira

El comienzo de una nueva etapa flogger ^^

P.D.: Esta es la entrada número 500 de esta vaina... VAMOS CARAJO!!!

martes, 12 de agosto de 2008

Sinceramente...

Estoy podrida de mí misma, de la vida, de todo.

Estoy podrida de esta realidad que me tocó y de no saber cuál es el pecado mortal de esta vida o de alguna vida anterior, que estoy pagando con ella. Me cago en esta mentira puta que construí durante estos últimos 6 años y que no puedo hacerle tragar a nadie. Me cago en la relación de mierda que tengo con mi familia desde hace 10 años. Me cago en mi vieja por no haberme abortado y no habernos ahorrado problemas a todos. Me cago en las espaldas vueltas hacia mí que me convirtieron en una persona insegura y miedosa. Me cago en esta sociedad de mierda que malentiende todo y gracias a la cual no se puede decir "te quiero" o dar muestras de cariño sin que los demás piensen cualquier cosa. Me cago en esa gente hija de puta que me jodió los mejores años de mi vida y me dejó marcas que todavía estoy intentando borrar. Me cago en varios de mis amigos por darme la espalda cuando más los necesito. Me cago en los psicólogos que no sirven para una mierda, más que para meterse en la vida e intimidad de la gente, opinar al pedo y llenarse los bolsillos de plata con eso. Me cago en mi incapacidad de crecer de una reconchudísima vez e irme a tomar por culo de acá. Me cago en quienes se hacen los preocupados por lo que me pueda pasar pero que a la vez son capaces de hacerme un daño mayor del que creen que podrían llegarme a hacer, y siendo plenamente conscientes de las consecuencias.

Y al que tenga algún problema, por algún lugar de este puto blog está mi mail, escriban todo lo que quieran que si se me canta el culo les contesto.

domingo, 10 de agosto de 2008

Un corazón que se oprime de nostalgia

Hace apenas un rato, siendo las 3.40 de la madrugada y sin poder dormir, yacía en mi cama escuchando un disco con viejos temas de Nana Mouskouri que armó mi viejo la semana pasada. Canciones con las que, cabe destacar, me crié... dado que mi abuelo y mi padre las escuchaban casi a diario hace unos 20 años atrás.

Volvieron a mi mente las imágenes de una niña de 4 años que jugaba a ser cantante haciendo playback con aquellas canciones, que se aprendía las letras y las cantaba, que escuchaba esa música todas las mañanas.

Esa niña era yo hace 20 años atrás. Y hoy más que nunca, siento deseos de volver el tiempo atrás y que regresen esos tiempos en los que todo era miel sobre hojuelas.

Hoy, a los 24 años y con el alma quebrada, lucho a mas no poder por mantener viva dentro de mi corazón a aquella niña que alguna vez fui y que, de haber sabido el triste porvenir deparado, ni se apuraba por crecer.

(Qué ironía, venir a escribir esto justo en el Día del Niño.)

Niña no voy a poder volver a ser. Claro está. Me conformaría tan sólo con recuperar la alegría.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Ya no hay forma de pedir perdón

Ya ni siquiera palabras me quedan... así que voy a dejar que Pedro Aznar hable por mí: