miércoles, 27 de agosto de 2008

Capítulo 1: Empezó la cuenta atrás!

Lo prometido. Hoy comienzo a relatar esta historia, mi historia.

Este primer capítulo, mas bien podría ser llamado el preludio de la historia, dado que su mayor parte consiste en el relato de cosas que ocurrieron antes de que yo pasara a formar parte del mundo. Es más, voy a empezar a contar desde un momento en el que yo no estaba ni siquiera en proyecto.

Mis padres se conocieron, allá por finales de los ‘70s, no sé exactamente en qué año ni recuerdo si alguna vez me lo dijeron. Mi papá, arquitecto, nacido en Buenos Aires, y mi mamá, agente de viajes, nacida en Córdoba, se conocieron gracias a una amiga en común que los presentó (y que aunque hoy vive lejos, en Estados Unidos para ser más exacta, sigue siendo una gran amiga de la familia) y el 6 de noviembre de 1982 finalmente llegaron al altar.


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Después de volver a Buenos Aires tras la luna de miel en Tierra del Fuego, se fueron a vivir al departamento de 2 ambientes de la esquina de Malabia y Lerma, en donde vivieron poco menos de 2 años (la mudanza posterior es tema de otro capítulo). Ahora, yo empecé a dar vueltas en la vida de mi familia un día de principios de 1983 (que yo calculo de enero o febrero) cuando mi madre dio el azotón, o sea se desmayó, en un colectivo, para que días después el médico confirmara: ANÁLISIS POSITIVO. Mamá estaba embarazada. Alegría!!!

Pese a que en aquellas épocas ya existían las ecografías (che, loco, tengo 24 años, qué se pensaban?), los futuros padres no podían saber el sexo del bebé. Entonces existía un tonto prejuicio de que si por ejemplo querías una nena y resultaba que era un varón no lo ibas a querer. Por esa razón los médicos no decían nada al respecto, y entonces mi familia pasó los 9 meses que duró el embarazo, conjeturando acerca de qué era lo que venía en camino. Mi abuela Edith, que creía a pies juntillas en los mitos del sexo del bebé según la forma de la panza, estaba más que segura de que lo que venía en camino era un varón, y muchos otros pensaban lo mismo (y bue, por algo será que a veces me sale la marimacho de adentro jajajajaja xD). Pero... ¿qué pasóoooooooooooo?

Pasó que el 28 de octubre, día antes de que mi madre saliera de cuentas cumpliendo las 40 semanas de embarazo, su médico (Sergio Pasqualini, actualmente muy conocido por su trabajo en el área de fertilización asistida) le dijo que ya tenía que internarla porque yo iba a nacer "hoy".
A pesar de todo, mi mamá no se la esperaba. "Hoy???? Cómo que hoy???" decía ella, según cuenta. Se ve que no pensó que sería ese día y no había preparado nada. Así que tuvo que apurarse a preparar todo e internarse en la clínica Otamendi (hay gente que me ha llegado a llamar concheta por haber nacido ahí, jajaja). Peeeeeeeero... parece que yo estaba bastante a gusto adentro de la pancita y no quería salir (todavía no nacía y ya era rebelde, ¿se dan cuenta?). Ahí fue que el médico dijo "si no nace en las próximas horas, hacemos cesárea". Ya se imaginarán el julepe que tenía mi pobre madre a esas alturas.

Al final no fue necesario. A las 0.30 del sábado 29 de octubre de 1983, fue que hice la entrada triunfal en este mundo.

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