jueves, 28 de agosto de 2008

Capítulo 2: La primera heredera

Como les conté, finalmente nací, aunque al parecer quería hacerme de rogar. Mi abuela no podía creer cuando mi papá le dijo que lo que había nacido era una nena. “Me estás cachando”, decía ella por teléfono cuando recibió la noticia.

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Mi mamá y yo estuvimos en la clínica durante ese día, y el 30 de octubre nos dieron el alta. El 28 de enero de 1984 me bautizaron, en la Parroquia Nuestra Señora del Carmelo, la misma en la que mis padres se habían casado hacía más de un año atrás. Mis padrinos fueron mi tía Mercedes y mi tío Fernando.

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Mi primera casa fue aquel departamento donde mis padres se fueron a vivir cuando se casaron. No tengo ningún recuerdo de ahí ya que no tenía ni un año cuando nos mudamos posteriormente, pero según mis padres, ese departamento era minúsculo. 2 ambientes, mi moisés en el living, sin espacio para nada.

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En los primeros meses se ve que se las arreglaron, pero fui creciendo y ya no daba para más vivir en ese cuchitril, así que a mediados del ’84 nos mudamos al departamento donde vivo actualmente, a 3 cuadras de lo que entonces era el Mercado de Abasto (aunque ya muy venido a menos). El edificio recién se estrenaba y nos instalamos en uno de los departamentos del sexto piso.

Según mi papá, los primeros días fueron un plomo ya que al ser un edificio muy nuevo no estaban los servicios (llámese luz, gas, agua, etc) conectados. Por esa razón, en aquel principio mi madre y yo nos íbamos a dormir a la casa de mi abuela Asunción mientras mi padre se bancaba él solo vivir en este departamento sin luz, ni agua, ni gas, ni nada.

A los pocos días conectaron todo y nos instalamos definitivamente. En mi cuarto sólo había una cuna (donde yo dormía entonces), una pequeña silla y una cama que perteneció a mi papá cuando era chico y que yo pasaría a ocupar cuando creciera y dejara la cuna.

Mi abuela Edith me contó anécdotas de aquel tiempo, algunas bastante graciosas, como por ejemplo cuando en una reunión familiar mi mamá dijo algo de mí y yo la miré y le hice un gruñido como diciendo “che, no estés hablando de mí!!!” Seguro que todos se habrán cagado de risa. ¿Cómo es posible que una beba de meses haya podido entender algo así? Jajajaja… Otra cosa que me contaba mi abuela era que me negaba a dormir con la luz apagada. Mi vieja apagaba la luz, y yo me paraba sobre la cuna y la volvía a prender (tenía el interruptor ahí nomás). Para que vean que la rebeldía mía no es cosa de ahora ni de la adolescencia sino que es de toda la vida xD.

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Desde que mi mamá volvió al trabajo después del parto (yo tendría unos 3 meses) pasaba todo el día en la casa de mi abuela Asunción. Prácticamente fue con ella que aprendí a hablar, ella era española y cuando aprendí a hablar, agarré pronunciación española. Imagínense una gurrumina de 2 o 3 años hablando en español, parece hasta gracioso.

De vez en cuando íbamos a la casa de mi madrina, que quedaba en Olivos (actualmente sigue viviendo ahí). Otras veces, aunque calculo que no muy seguido, iba a la casa de mis otros abuelos, que quedaba en Adrogué (otro lugar del que lamentablemente no conservo ningún recuerdo, y lástima porque por lo que vi en las fotos la casa era muy linda y del jardín ni hablar).

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Hasta que el 30 de diciembre de 1987, a mis 4 años, mi vida da un giro de 180 grados a raíz de un accidente (no, no se asusten, yo no lo sufrí) que le costó la vida al marido de mi madrina y del que mi abuela Asunción por poco tampoco sale viva.

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