martes, 9 de septiembre de 2008

Capítulo 14: Sigamos escalando que ya llegamos!

Llegó el 2001. Año que no pudo empezar peor, ya que mi abuela Asunción murió el 5 de enero (justo el día del cumpleaños de mi tío), 2 días después de llegar a Buenos Aires tras haber pasado todo el año en España, y lo peor de todo es que no la pude ver por última vez porque mi viejo no me dejó ir a verla el día que llegó. Cosa que aún hoy no le termino de perdonar.

Lo que tuvo de bueno aquel año, es que fue para mí el año que todo estudiante secundario espera. Quinto año, por fin!!!

Aunque estaba contenta por llegar al final, me daba miedo porque teníamos un sistema diferente. Se trataba de un sistema similar al de la universidad, donde en vez de tener pruebas repartidas durante el año teníamos parciales a fines del cuatrimestre (con su correspondiente recuperatorio) en algunas materias y 2 parcialitos promediables en las materias restantes. Teníamos un sistema de inasistencias por materia y por hora de clase, en fin. Yo pensaba que no iba a sobrevivir al sistema pre-universitario pero al final no fue tan terrible como parecía al principio.

El primer cuatrimestre pasó entre bingos y demás eventos que organizábamos para juntar fondos para la fiesta y el viaje de egresadas, además de las discusiones acerca del querido buzo de egresados para el que dimos muchísimas vueltas. Al final en junio lo recibimos y lo lucíamos como orgullo, como distinguiéndonos del resto del secundario. Era un buzo canguro color rojo, con dos tiras negras al costado y las letras y números en negro. “Egresadas 5° B María Auxiliadora” adelante, y el sobrenombre, 01 y “Quinto” con la tipografía de Quilmes, atrás. Yo aún hoy lo sigo usando.


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Cabe destacar que esta vez tampoco fui al viaje. El grupo estaba muy desunido, al grado de que se fue separado y las que eran mis amigas tampoco iban, en aquella época no iba ni en pedo a un boliche, no me cabía la vida nocturna así que, para ir y pasármela en el hotel, mejor me quedaba acá.

A la fiesta pensaba ir, pero al final tampoco fui por un problema que tuve con las organizadoras. Y tampoco le di mucha importancia al tema, yo lo que quería era terminar el colegio de una buena vez y dejar de sufrir. De hecho, yo nunca decía en casa cuándo eran los parciales, lo decía una vez que tenía las notas. Quería evitar presiones. Incluso los días que rendíamos, que sólo íbamos para rendir, yo iba en horario normal y me quedaba en el buffet estudiando. Los días previos a los parciales que no teníamos clase iba igual y me quedaba estudiando en el buffet, en la biblioteca, en el aula vacía o en donde fuese. Si en casa se enteraban, mi vieja me iba a volver loca con su obsesión por el tema.

Me quedaron 4 materias para diciembre, aprobé todas menos una, pero bueno, era una sola, no me desalentaba. Vino el brindis de fin de año y festejamos con toda el haber terminado esta etapa de nuestra vida.

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En marzo rendí la materia que me quedó pendiente y por fin se acabó la tortura de la escuela secundaria. Y a otra cosa mariposa.

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