Aquel sábado no fue la excepción, y ahí vimos tocar a esa banda de rock que hoy califico como excepcional ya que yo, antes de conocerlos a ellos, no daba un mango por bandas de este tipo.
Si bien esa noche la banda no pasó desapercibida, yo no volví a ir por mi lado porque no quería ir sola, y de ir con la familia ni hablar, porque a mi vieja no le gusta ir a Cinema y si hablamos de amistades, no tenía entonces muchas con quienes salir.
Los volví a ver en dos ocasiones más, allá por el mes de mayo. En junio volví a Cinema pero no los encontré. Como Martín siempre daba una dirección de mail para estar en contacto con él y la banda, decidí escribir para averiguar si tocaban en otro lado, y ahí supe que seguían en Cinema pero los jueves. Ahí, ni hablar de ir por la razón ya mencionada y además nadie se iba a prender un jueves siendo que el viernes es día laborable.
Al poco tiempo empezaron a tocar los domingos y estaba en la misma. Pero un día recibí la noticia de que el 23 de noviembre harían su primer teatro, para presentar el disco Versos perversos. Harían una gran presentación en El Condado, y no me la quise perder. El domingo 29 de octubre, que era mi cumple, no me importó ir sola a Cinema. Fui, porque quería comprar la entrada. Me senté en la mesa que está al lado de donde tocan los chicos (mesa actualmente inutilizada). Ellos llegaron, se pusieron a armar todo, Gusa (el bajista) pasaba cables por donde yo estaba (pobre, habrá pensado “le estoy pasando cables por entre los pies y ni se inmuta esta mina”, jajajaja) y en eso viene Martín. “¿Te molesta mucho este chico?”, me pregunta. Yo le respondo que no, poniendo mi mejor cara de “what?” Me pregunta si sabía del show, si me pensaba quedar. Como hacía 5 meses que no los veía, no me acordaba de quién era quién, y además me daba miedo meter la gamba, así que pregunté “¿Ustedes son los Últimos de la fila?”. “Si”, me contesta Martín. “¿Quién de ustedes es Martín?”, pregunto yo. “Yo”, responde él. Y yo le digo: “Ahhhh, ¿qué tal? Yo soy Yadhira, me contestaste un mail hace 2 días”. Martín entonces pareció acordarse de mí y me saludó. Le dije que había ido porque quería la entrada para el show en El Condado. Me vendió la entrada, y me propuso cambiarme de mesa en cuanto terminase de comer, ya que mi mesa estaba ubicada detrás del bafle y no iba a escuchar bien. De todas maneras me quedé allí y no escuché mal para nada.
Disfruté mucho del show, y a partir de ese día no pude faltar a ningún otro show. El recital en El Condado fue una experiencia religiosa, “una noche inolvidable” como diría Mateyko. La emoción fue tan grande que incluso se me piantaron un par de lagrimones.
Llegó el verano, la banda finalizó el ciclo y se fue a tocar a Necochea, yo triste por no poder ir, pero bueno, sobreviví. Volvieron en marzo, reanudaron el ciclo, y en noviembre del 2007 presentaron el último disco, Lágrimas al mar, en La manufactura papelera. Otra experiencia religiosa.
Después de haber ahorrado durante todo el año y después del recital final de la banda en La vaca profana, en enero del 2008 pude seguirlos hasta Necochea, y además de disfrutar de mis primeras vacaciones sin la familia, de un hermoso lugar y de la playa, disfruté de la banda y de su música en vivo. Es una de las cosas que no voy a olvidar jamás.
En marzo, como siempre, volvió a arrancar el ciclo dominical en Cinema, hubo otros shows aparte en otros lugares (Makena, Buenos Aires Design, Mingus, El globito), la banda compitió en un concurso para tocar en el Pepsi Music, lamentablemente no llegaron, aunque quiero creer que oportunidades van a haber muchas.
Ahora están preparando el gran recital para celebrar los 10 años de la grabación del disco Lleno de palabras y si Dios quiere estaré ahí, y seguiré estando hasta que llegue el momento de cruzar el charco y lanzarme a continuar la aventura en el viejo mundo.
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