miércoles, 10 de septiembre de 2008

Capítulo 15: El golpe final

Capítulo fuerte. He tenido dudas sobre si contar o no contar esta parte de mi vida.

A principios del 2001 la conocí a Marly. Ella era una señora de más de 40 años, era peruana y había entrado al coro de la Parroquia, al cual yo pertenecía desde hacía ya varios años atrás. Simpaticé mucho con ella y nos habíamos hecho muy amigas.

Al poco tiempo fui conociendo a su familia: me presentó a su hijo, a sus sobrinos y a su hermana. Me parecieron una familia muy copada y enseguida hice buenas migas con todos.

A medida que pasaba el tiempo había ido construyendo una linda amistad con Marly. Me sentía bien porque tenía con quién hablar y además ella me entendía o parecía entenderme. Sentía que tenía en ella el apoyo, la contención y la comprensión que necesitaba y que en mi casa mi propia madre me negaba (créanme que es horrible, y más cuando se es adolescente, tener que buscar afuera la comprensión, el cariño y la contención que no se tiene en casa).

Todo esto trajo consigo un problema. Me enamoré de Giancarlo, el hijo de Marly, prácticamente a primera vista. Pensé que nunca se fijaría en mí, y por esa razón acepté salir con Jesús, uno de los sobrinos de Marly. Era muy simpático, había considerado la posibilidad de darle una oportunidad. Pero ¿qué pasó? Esa tarde nos cruzamos con Marly y con Giancarlo en la calle y al día siguiente cuando salimos de la misa, Marly me encaró y me dijo un montón de cosas feas acerca de Jesús: que no era buen pibe, que se encamaba con una mina casada, que no ayudaba en la casa y varias otras más. Claro está que le terminé creyendo a Marly a pies juntillas y desde entonces empecé a evitar a Jesús y a portarme cortante con él cuando me llamaba por teléfono (y según Marly, él incluso ha llegado a decir que yo era quien lo perseguía).

Después de un tiempo de que esto pasó, empecé a tener un acercamiento con Giancarlo. Nuestra amistad se profundizó, empezamos a vernos más seguido, salíamos a caminar, charlábamos… entonces confirmé qué era lo que sentía por él.

Yo no pensaba que se me fuera a dar, hasta que un día de repente el panorama cambió. Un sábado de enero del 2002 habíamos ido al Abasto y estuvimos charlando por horas, y me había dado a entender que había una posibilidad. Quedamos de encontrarnos una semana después, yo tenía cierto presentimiento, y era verdad: ese mediodía me dijo que quería que fuéramos novios.

Ese día todo había cambiado. Era algo nuevo para mí ya que era la primera vez en mi vida que estaba de novia. Ni siquiera me había dado nunca un beso con un chico! (si, a los 18 años que tenía, imagínense si era quedada yo…) pero bueno, el caso fue que por fin se me dio. Lo único malo era que él no quería que nadie se enterara. Tenía la paranoia de que podía meterse en un lío grande.

Ese mismo año yo comenzaba la carrera de Diseño Web. Era un año de muchos inicios para mí: carrera terciaria, y primer noviazgo. Mejor imposible.

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Pero la magia no duró mucho. Poco tiempo después, el “príncipe” se convirtió en un sapo, dejó de ser el que yo conocí para transformarse por completo en otro, vivió a mis costillas durante meses, y me dio maltratos que van desde maltratos psicológicos hasta abusos sexuales, por no hablar de aquella vez que ante una sospecha de embarazo demandó un aborto (cosa que obviamente yo NO IBA A HACER porque es un crimen) con la excusa de que si no lo hacía lo iban a meter en cana o lo iban a deportar, lo cual a esa altura del partido me chupaba bien un huevo, yo no iba a matar a mi hijo para salvarlo a él.

Debí haberlo mandado al carajo en ese preciso momento. Pero es que fui tonta. De todas formas la cosa no sobrevivió mucho tiempo más. Yo supe que en realidad Marly no era su madre sino la madre de su ex, que acá se hacían pasar por madre e hijo para no dar explicaciones. Ese detalle no tenía importancia, el problema fueron las cosas antes mencionadas. El caso fue que Giancarlo no podía salir adelante por su condición de ilegal, no conseguía trabajo, y la situación finalmente lo superó. Yo no quería saber nada de que se volviese a Perú porque yo entonces no podía irme con él y se iría todo a la mierda. Lo cual lo empujó a irse de un día para el otro sin avisarme (ya una vez estuvo a punto de hacerlo pero Marly me avisó a tiempo y logré detenerlo). Justo el día que cumplíamos 5 meses de novios me venía a enterar de que se había ido.

Ese fin de semana sufrí, por suerte se comunicó conmigo aquel domingo y dijo que volvería cuando haya arreglado algunos papeles, para lo cual me pedía ayuda monetaria a mí, de la cual podía darle poco y nada. Al poco tiempo, Marly también se fue.

Pasaron cuatro meses más en esas condiciones hasta que a Giancarlo se le ocurrió que blanqueara la relación. Por lo que decidí tomar coraje y hablar con mi papá. Él no estaba de acuerdo, pero dijo que no se iba a meter, que yo ya tenía 18 años y era bastante grandecita como para saber lo que hacía y tomar mis propias decisiones. Pensaba contarle esto a Giancarlo por msn, y al no haberle contado nada por mail, pensó que no había hablado y que a mí no me interesaba, y por eso él tomó la decisión de cortar. Intenté aclararle todo pero estaba sinceramente destruida. De hecho estuve días sin ir a la facultad.

Por aquellos días se iba a realizar la Peregrinación a Luján, a la cual asistí, aunque no en calidad de peregrina sino en calidad de colaboradora, en el micro de apoyo, para brindar asistencia a los peregrinos de mi grupo (si, esos que se creen que ir en el micro de apoyo es joda, ESTÁN EQUIVOCADOS!!! El que elige ir en el micro de apoyo tiene que LABURAR!!! O sea, poner las lonas en el piso para que los peregrinos se tiren a descansar, preparar la comida, y una vez que llegan los peregrinos, servirles algo de comer, de tomar, e incluso hacerles masajes si lo necesitaban).

Esa experiencia me hizo volver renovada y más tranquila. Al volver, encontré un mail de Giancarlo queriendo arreglar la situación, pero ahí la que decidió cortar fui yo.

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El duelo fue largo, más que nada por las heridas que quedaron, que aún hoy, después de 6 años, duelen, no terminan de sanar del todo y han dejado secuelas que seguramente quedarán para siempre, de hecho toda esta debacle fue el detonante para que yo cayera en esta depresión e inestabilidad emocional que aún hoy sigo arrastrando. Había otras cosas, como dije antes, el tema de la relación con mi madre y todo eso, pero lo que pasó con Giancarlo fue ese poco de aire extra que hizo reventar el globo. Ya era más de lo que podía aguantar. Igual, quizás deba asumir mi parte de culpa, porque quién me manda a meterme con un ilegal, ¿no?

Después de que todo terminó, me cayó el veinte de que Marly tampoco era quien yo creía y pensé en la posibilidad de que lo que Marly me dijera en su momento acerca de Jesús era mentira y que ella y Giancarlo estén complotados para sacar partido de mí. Incluso tengo mis sospechas de que Marly haya sido la culpable de la muerte de un anciano al que ella cuidaba, aunque no tengo ninguna prueba de ello. Si es así, a Dios gracias que se alejó de mí. Lo lamentable fue lo mucho que tardé en darme cuenta.

No he vuelto a saber de esa gente (salvo de Giancarlo que ha intentado manipularme enviándome mails, pero claro está que no soy la misma pendeja estúpida de aquel tiempo y al final él solito se terminó sacando la careta), pero si se les ocurriese volver (es difícil, pero bien dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen), voy a ser la primera que los haga echar del país de una patada en el ojete.

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