sábado, 13 de septiembre de 2008

Capítulo 18: Amigas... ¿para siempre?

A principios del 2004, en el foro de Ernesto Laguardia (para los que no lo conocen, actor mexicano) conocí a Claudia. Era argentina, tenía 41 años de edad.

Yo en aquel momento celebré haberla encontrado ya que en la Argentina no había muchas fans de Ernesto, además de que ella sentía el mismo amor que yo por México lindo y querido. Le escribí un mail y estuvimos en contacto por ese medio, también hablamos por teléfono, hasta que un día la conocí en una reunión que se hizo en Plaza San Martín. Ahí conocí también a Luciana, una chica dos años mayor que yo, que era amiga de Claudia.

De ahí nos empezamos a ver seguido. Claudia estaba desempleada en aquel tiempo y tenía varios problemas económicos ya que ella vivía con su madre y ambas vivían sólo de una jubilación que no alcanzaba para nada y habían llegado al extremo de pasar días sin poder comer.

Debido a que soy un ser humano y no un Dios, me he mandado cagadas que Claudia no aguantó y por las que intentó romper la amistad.

Para mí era entonces muy duro eso ya que consideraba a Claudia mi mejor amiga. Pero al final la amistad se reanudó gracias a que le ofrecí ayuda. Ella contaba en el foro de Ernesto Laguardia que no tenía forma de conseguir dinero y que estaba con muchos problemas económicos. Como yo sabía hacer velas artesanales (bueno, sé hacerlas pero hace tiempo que no las hago) le ofrecí hacérselas para que las venda y así al menos sacaba algo de dinero. Aceptó, y ese ofrecimiento hizo que fuésemos amigas de nuevo.

En julio de aquel año, Ernesto Laguardia se tomaba vacaciones y ¿qué destino eligió? Si!!! Argentina!!! Así que con Claudia nos pusimos en campaña para averiguar dónde estaba, e ir a verlo. Aquellos días fueron una total odisea, llamar a todos los hoteles preguntando si Ernesto estaba ahí (no era un actor conocido, así que no nos lo iban a negar). Después de tres días de búsqueda, supimos que Ernesto estaba en el Sheraton. Con Claudia arreglamos para ir al día siguiente. Pero ¿qué pasó ese día? Claudia me llama, presurosa, diciendo que se enteró de que Ernesto había tenido un problema y se volvía para México. Por lo que tuvimos que correr, a ver si con suerte lográbamos alcanzarlo antes de que se fuera. No lo logramos.


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Nos enteramos, posteriormente, por el fans club de que Ernesto no se había vuelto a México sino que seguía en la Argentina, y un amigo nuestro logró averiguarnos que Ernesto tenía reserva en el Sheraton para el viernes siguiente.

Aquel viernes nos fuimos entonces al Sheraton las dos. Tomamos algo en el bar del hotel, y siempre atentas a ver si lo veíamos entrar. Nada. Nos pasamos en el hotel hasta la noche, y nada. Ni sus luces.

Al día siguiente supimos que Ernesto había cancelado la reserva y aquella posibilidad de conocerlo se nos había escapado como el agua entre las manos. Estuvimos bastante mal las dos por aquella frustración, Claudia furiosa por la forma en que Ernesto nos evadió, tanto que lo contó todo en el foro, yo lo avalé y las del club de fans se nos echaron encima. Ante lo cual no hicimos mucho.

Durante varios meses todo continuó normal. En octubre Claudia consiguió trabajo y parecía que la situación se iba a estabilizar, pero duró muy poco. Sin haber llegado siquiera a trabajar un mes, Claudia había sido echada.

En noviembre, Ernesto Laguardia nos envió un mail tanto a Claudia como a mí (seguramente sacó nuestras direcciones del foro), disculpándose por habérsenos escapado y ofreciéndonos estar en contacto. Yo aceptaba las disculpas pero Claudia era más desconfiada. Al final terminó bien y aceptamos aquellas disculpas.

Después de que a Claudia la habían echado del trabajo, volví a la carga con las velas y otra vez Claudia tuvo que ponerse a vender. El problema era que se venía el verano y no daba para comprarlas, aunque como se acercaban las fiestas, había quienes compraban velas de colores verde y rojo, con motivo navideño. Esas eran las ventas más que nada en aquella época del año.
Empezó el 2005. Claudia festejó su cumpleaños aquel 5 de enero, y por aquellos días tenía algunas entrevistas laborales. Estaba muy cerca de conseguir un trabajo.


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Las esperanzas se diluyeron. No le dieron el trabajo a Claudia. A partir de ese día, ella no quiso atender mis llamadas. Un buen día me mandó un mail diciéndome que era mejor que nos distanciáramos, que yo nunca iba a admitir lo que pasaba dentro mío (?) y que “cuando estuviera bien” volvería a ponerse en contacto.

Habían pasado meses, y Claudia no volvió a hablarme, pero sí la veía escribir en foros y conectarse al msn, por lo que no me cerraba aquello de que “no estaba bien” porque si realmente estuviera mal, no entraría a foros ni se conectaría al msn tan tranquila, creo yo.

Así que en diciembre de ese mismo año me decidí a pedirle una explicación, ya que después de todo lo que yo la ayudé, le di apoyo y estuve a su lado cuando más lo necesitaba, no tenía derecho a hacer algo así. ¿Y saben lo que me respondió la muy desgraciada? Que se alejó de mí PORQUE SOY LESBIANA Y PORQUE SI EN SU MOMENTO LA AYUDÉ FUE PORQUE QUERÍA MÁS QUE SU AMISTAD. Por favor!!! Habrase visto persona más retorcida y egocéntrica!!! Lesbiana yo, a quién se le ocurre... (con lo que a mí me gustan las pijas, miren si voy a andar chupando conchas por ahí) además suponiendo que yo fuese lesbiana, habiendo tantas mujeres lindas, me iba a fijar justamente en ella? (si, porque convengamos que ella no era linda, era bajita, gordita, tenía feos dientes y cara de galleta, mírenla en la foto si no… lo único que tenía lindo físicamente era el color de ojos) Es más, ella daba más el perfil de lesbiana que yo, y no me parecería nada raro que fuese realmente ella la lesbiana y que decidió poner distancia porque sabía que yo nunca le daría pelota. Además, descubrí lo mala persona que era, porque qué casualidad que justo decide romper la amistad cuando considera que ya no la puedo seguir ayudando! Era obvio que ya lo tenía recontra planeado.

Después de que todo eso pasó, sentí la necesidad de un cambio y me hice dos mechas rubias en el cabello, las cuales me acompañaron por más de tres años y fueron mi señal identificatoria durante todo ese tiempo.

Me sentí una estúpida por haber entregado nuevamente mi amistad y haber perdido nuevamente tiempo en una persona que sólo quería sacar provecho. Por algo se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Pero no me vuelve a pasar de nuevo.

Lo que sí me sigue pasando, aunque en el caso de Claudia tengo mis dudas de que sea verdad, es que confundan mis sentimientos. La puta que lo re mil re parió.

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