martes, 16 de septiembre de 2008

Capítulo 21: Patadas de ahogado

En enero del 2004, cuando Grandiosas salió definitivamente del aire por decisión de Suar, todos se preguntaban por qué terminó Grandiosas. Las conductoras comentaban que la gente que las cruzaba por la calle les hacía esa pregunta.

Durante el tiempo que Grandiosas estuvo fuera del aire, estuve yendo a programas en otros canales. Participé una vez en Trato hecho (si, el de los maletines de Julián Weich) en noviembre del 2004 y varias veces en Coincidencias, el programa de Matías Martin, en el verano del 2005.

En octubre del 2005 se empezó a hablar de la vuelta de Grandiosas, después de más de un año y medio. Yo no lo podía creer, pero luego de ver avisos en la tele y en Internet, lo confirmé: volvía Grandiosas.


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A los pocos días recibo el llamado de la producción, que me convocaba para participar de la tribuna en la grabación del piloto, y en el primer programa. Yo feliz: había vuelto el programa que fue mi refugio en el peor momento de mi vida.

El problema fue que esta vez tenía otras actividades y no podía asistir diariamente como en los ciclos anteriores. De todas formas, siempre que podía, formaba parte de la tribuna y estaba ahí, haciendo el aguante y disfrutando del programa.


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Esa temporada de Grandiosas fue un manotazo de ahogado. Suar las hizo volver en un intento por levantar el rating, pero no resultó. El programa se había vuelto muy formal, distaba bastante de ser lo que fue en sus dos temporadas anteriores, además de la mala época del año (volver en noviembre, en qué cabeza cabe!) y el horario, porque el programa competía con las telenovelas de Telefé que eran unos tanques de veintipico de puntos de rating.

Así que esa vuelta, Grandiosas terminó siendo un programa de verano, ya que viendo que no levantaba cabeza, el 10 de marzo finalizó, y ahora sí definitivamente.

Lo que espero, es que esto le haya servido de lección al estúpido de Suar para que empiece a tomar en cuenta lo que queremos nosotros como público, que en definitiva somos los que le damos de morfar porque sin gente del otro lado de la pantalla, los programas no tienen razón de ser. Si hubiera dejado seguir el programa en el 2004 como todos queríamos y sin tantos cambios, hubiera tenido el éxito que tuvo siempre. Pero el tipo se emperró en no dejarlas seguir, y para cuando se le ocurre hacerlas volver, ya era tarde.

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