sábado, 5 de mayo de 2007

No cabe duda que Dios es grande...

Hace unos días yo hablaba con mi entrenador. La conversación empezó al final del entrenamiento, cuando hacíamos ejercicios de elongación, y él me felicitaba por mi evolución en el Karate. Y también observó que ya no pierdo tanto el equilibrio como antes, y que por ende ya no me quejo tanto, lo que según él significa "dejar la mariconeada", a lo que Iván remató diciendo "te estás volviendo hombre" y yo: "no che, cortala que ahora me van a decir machona". Y mi entrenador dijo que no, que por el contrario yo soy muy femenina y que cualquiera que me viera diría "pero esta a quién le va a pegar!!" y comenté que, sin embargo, yo de chiquita era muy violenta y que estuve 2 veces a punto de que me echaran del colegio por cagarme a trompadas con mis compañeras.

Cuando terminó por fin el entrenamiento le conté a mi entrenador que yo reaccionaba así no de gratis, sino porque mis compañeras me molestaban mucho y se reían de mí por ser, de cierta manera, diferente a ellas.

A eso, mi entrenador dijo que tuve suerte, porque a menudo los que son blanco de las burlas de los demás, esas personas que son "tomadas de punto" (o "agarradas de su puerquito" como dicen los mexicanos) por sus pares por el simple hecho de ser diferentes, terminan como los chicos de Columbine, esos que después de haber sido víctimas de las burlas de los demás, terminaron entrando al colegio armados y matando a todo el mundo (yo vi la película Elephant, que recreaba la masacre de Columbine y me impresioné mucho).

Qué sé yo, ahora me horroriza pensar que yo pude haber terminado igual, y no cabe duda que Dios existe y es muy grande.

Ahora... yo no justifico a esos dos pendejos, ni tampoco, por poner otro ejemplo mas, al pibe que cagó a tiros a los compañeros porque ya estaba hasta las pelotas de que lo llamaran Pantriste, ni al de Carmen de Patagones (recuerdo ese caso). No los justifico porque no existe excusa para matar, pero esto pasa cuando, en vez de aceptar al otro como es, aún siendo raro y todo, se le ríen y lo marginan. Y pensar que estos pibes no van a reaccionar, es como meterse sangrando a una pileta con pirañas y esperar que los pescados esos no te caguen mordiendo.

Yo probablemente me salvé de terminar como una asesina en potencia porque tenía el impulso de descargar mi ira a golpes. Estos otros chicos probablemente se guardaron todo durante mucho tiempo. Pero lo que sí es cierto, es que casos como esos se van a repetir y repetir mientras se siga fomentando la discriminación y las burlas hacia quien es diferente y lo peor de todo es que en las escuelas los maestros y/o directivos la fomentan, castigando a la víctima que se defiende en lugar de castigar a los que empiezan (el día de mañana le hacen eso a un hijo mío y rompo todo, así de simple).

Hasta qué punto no estará errado mi entrenador, eso no lo sé. A ver si me acuerdo de charlar esto con mi psicóloga el lunes, a ver qué opina ella al respecto.

El caso es que, sin saberlo, le perdoné la vida a mucha gente. Jooooooo!!!

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